ANTICRISTO
Flechas camufladas embriagaban miradas atónitas. Cámaras de aire haciendo realidad saltos de canguro. Piernas estilizadas garabateando jugadas de Play Station; el esotérico poder del logo alimentando las masas encefálicas que cedían, ante la novedad. Niños patinando en el húmedo asfalto de talleres oscuros, aire viciado penetrando cavidades pulmonares. “Solamente hazlo” rezaban los carteles metálicos, cuando el milagro del consumidor asomaba al paraíso y las piernas del imberbe indonés parecían a punto de estallar. Pasmosas las agujas del reloj, el andar aletargado; objetos inanimados animaban el festejo incipiente. Ofertas tranquilizadoras domesticando la ansiedad. Ataques de pánico, Pánicos de ataque. Labios en movimiento; colagenados y seductores, atormentando potenciales cerebros compradores. Reyes de la lógica discursiva enunciaban felicidad eterna, naufragando en el cinismo de un infierno kafkiano; mientras tanto, el letrero luminoso del Fast Food dejaba intuir el sabor a