ENTRAÑA DE UNA TRAVESÍA
Persiguiendo verdades esquivas en tramas lúdicas de cotidianeidad, las miserias le sacudieron la quijada de repente; arrastrándose en la lona advirtió en carne viva un sismo penetrándole el torso velludo. Extensión del conteiner de basura que levantaban todas las mañanas en la puerta del edificio, sintió se estiércol latiendo en la entraña de la travesía, dispuesto a inundar con aroma execrable la adicción a lo mundano; de la oscuridad brotó un rayito de luz, pequeño como la más insignificante de las hormigas, casi un identikit del gusano interior que minuciosamente le borraba la sonrisa segundo tras segundo. Imploraba diván imaginario, ráfaga de existencialismo, despojada de elaboración intelectual, flotando pedazos deshilachados, sentimientos taciturnos. Descartada la pantomima de naturalidad, sin migajas de pasión mintiendo verdades. Aquel momento revolucionó las ocultas tempestades del alma; una poderosa ración de nicotina diaria trataba en vano de saciar ansiedades nocturna