EL OASIS DE LA EMPATÍA
Permanecía en una inquietud casi patológica cuestionándose Como, Cuando, Donde y Porque. Girando alrededor del círculo sin parar, a merced de los demás intuyendo sangre y mezquindad, agazapado ante los eventuales tortazos del imprevisto, los cuales, sabía por experiencia propia, llegarían más temprano que tarde. ¿Mientras tanto qué? Era la pregunta que lo aturdía transformándose en obsesión cotidiana, de aquellas que no te abandonan jamás. Los aromas del incienso y el tabaco convertían las tinieblas en pedacitos de estadíos efímeramente gloriosos. Nada más que la maravillosa sencillez de este presente rústico; incluso ante el devenir de una aparente grandiosidad y lujos ampulosos solo quedaban gotitas de humanidad simplona, a flor de piel como un fernet de viernes a la noche, como las refriegas carnales de la pasión; inexplicablemente celestial como los diminutos dedos de una imberbe entrelazados con los suyos. “No es más que eso, no busques más, es el arcoíris huyendo del gris”