TITO Y LA PUREZA
Quienes escribimos los partes oficiales de la historia pertenecemos a la especie humana y, salvo contadas excepciones, la impureza nos empieza a corromper cuando decimos la primera mentira piadosa de un collar de mentiras cada día más impiadosas. Desde que optamos por el pensamiento en exceso, para bien y para mal, nos cuesta comprender la naturaleza del impulso animal ya que nos tornamos turbios e intrincados. Al revés de esta forma de habitar el mundo y a contramano de la creencia promovida por la tontera mundanal, el micifuz sabe de instinto pero no de especulación; menos que menos de traición. Dadas las circunstancias podríamos afirmar que Tito representa nuestra antítesis, mi opuesto, tu otra cara. Experimenta un indispensable accionar escatológico y sin embargo su mierda no es igual a la de quien les habla. Las heces que emanan de su intestino gatuno están libres de construcciones culturales; felizmente a salvo de abogados constitucionalistas, del exceso