REENCUENTRO CON MI AMADA SIMPLEZA
Hace seis meses venía caminando por Gaboto hacia la rambla y la volví a cruzar después de muchos desencuentros y actos fallidos. Los dos quedamos mudos, patitiesos, sin saber si reír, llorar o que hacer. Como azorados ante las patrañas del azar y los antojos de la energía que lleva y trae atinamos a pegarnos un abrazo corto pero apretado; de esos que te dejan la huella, la marca y el aroma a piel. Hacia tanto que ni siquiera la veía rondando por la vuelta que aquella soleada jornada de martes perdurará en la memoria de mis dioses particulares; como un momento que atesoraré hasta el final de mis días, como ese punto de inflexión que me devolvió al lugar en el que siempre me sentí confortable y un día decidí abandonar para combatir dicho confort. ¿Por qué terminé tan abruptamente aquella relación? Por tantas cosas Míster. Por las peripecias inconscientes de la vanidad, pretensión desmedida, caprichos juguetones, por esa boludez que alguien se dignó llamar pr