DEFENSORÍA DE LOS RECUERDOS
Transcurre el siglo XXI y la
velocidad supersónica del tiempo parece ir en aumento gradual. La vorágine
descartable establece pautas, impone modas y sustituye paradigmas, que alguna
vez fueron imprescindibles, a cambio de significados efímeros, momentáneos,
superfluos. Época de palabras rimbombantes que resuenan más de lo que realmente
significan. Una de ellas es Defensoría. Defensoría del Vecino, del Consumidor,
del Pueblo. Muchas veces indefensas, pero Defensorías al fin. Pensando en la
indudable vigencia de este término se me ocurrió que alguien debería establecer
o crear la Defensoría
del Recuerdo. ¿Quién defiende a la menospreciada Memoria del permanente ataque
sufrido por la contagiosa, y no menos venenosa, plaga del “Ya fue”? Existe una irremediable tendencia al olvido en nosotros
los humanos. Muchas veces espontánea; sin embargo, en otras ocasiones,
alimentada desde el núcleo de un perverso sistema comunicacional, el cual te
hace saber que lo pasado pisado. Para atrás ni para tomar impulso. Borrón y
cuenta nueva. Lo que pasó, pasó. Refranes de un imaginario popular, cada vez
más imaginario y menos popular, que muestra a las claras un empeño infructuoso
en enterrar algo tan rico como la
Historia en el más amplio de los sentidos. Tanta aversión por
lo que en algún momento pudimos haber sido. Por aquello que alguna vez nos
conmovió. Sentimientos de tristeza o alegría que marcan a fuego. Una
inexplicable necesidad de sepultar aquello que fuimos y al mismo tiempo somos.
Desde este rinconcito cibernético propongo que emitamos un estruendoso grito en honor a los recuerdos. Porque no existe nada mejor que tener historias reales para contar en este mundo virtual, fotos que te arranquen una lágrima o frases que hayan marcado a fuego tu disco duro. Un anecdotario tan monótono como fantástico. Momentos dignos de revivir, de aquellos que vale la pena desempolvar y sacarles las telas de araña. Aquel grito de gol, un asado en familia, el cumpleaños frustrado, la primera borrachera, carnaval entre amigos, los cuchillos oxidados del desamor. Porque como dijo alguna vez el Sexto Lord Byron, poeta inglés considerado uno de los escritores más importantes del Romanticismo: “El mejor profeta del futuro es el pasado”.
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