LA SAGRADA ESTRUCTURA


Estructura es el orden y la disposición de las partes dentro de un todo, leen al unísono los alumnos de algún 1º A o B, perdido en la periferia de la ciudad; diccionario de la Real Academia Española, vigilante ante las miradas infantojuveniles de aquel lunes invernal. Imprescindible interiorizar el concepto, prohibiendo a desvíos inoportunos amputar el crecimiento del asalariado en potencia. Pegados a la raya del deber latente, transitan por sendas unívocas los relojes de pulsera alarmando al comprador; expulsada la veta artística del rascacielos de las encuestas, pulula el lienzo de la abstracción en minúsculos escenarios y sótanos con olor a incienso. Enajenadas musas mercantiles preguntan extrañadas por la diversión, los juegos nocturnos, el cliché literario, la fábula antojadiza. No hay teorías humanísticas en el mundo de la praxis, se establece desde la editorial del matutino Primero Siempre. Cavernícolas agiornados, faltos de amor y sueños líquidos, esperan al cajero dador de verdes ilusiones y dicha eterna; quid de la cuestión, razón de Ser. Pisando abajo, taladrando arriba, cumpliendo religiosamente con las cuatro comidas diarias, devanándose los sesos con recetas de autoayuda porque también importa el ser interior (PLOP dijo Condorito). Alardean patriarcas de verba insurrecta caminando encima de lomos condescendientes, corren agendas entre la vorágine, huyen despavoridas almas inquisidoras ante el paso atronador de la obviedad. Arma de doble filo en la tierra del mecenazgo Lucifer; cuadrado mágico opresor que rubrica pautas intangibles; coartando corazones calentones, escamoteando gratuitos vuelos al vacío de la plenitud. Ausentes espíritus desalineados de bolsones rotos, tiemblan libertades de pacotilla frente al pundonor de  almas militarizadas. Se repite el círculo, clausuradas las mentes, a salvo… tinelizadas por la civilización de los bárbaros. Bendita tú seas, estructura intacta, libre de todo posible cambio, parecen clamar agitadores de la libertad de expresión que nada quieren saber con democratizaciones de tiempo y espacio. Relucen los forajidos a los saltos en la pantalla; exhibiendo lenguas viciosas, tocándose partes íntimas ante el cuestionamiento insistente del renombrado operador de prensa. ¿Pogo se llama eso? Le pregunta Doña Rosa a Don Antonio. Herido el pudor de los televidentes de Canal Chota; el señor del micrófono, peinado con raya al medio manifiesta indignación ante una perdida de valores tales como la misa semanal, el almuerzo de los domingos y la subordinación incondicional ante la rigidez de las fuerzas conjuntas. Apagada la lucecita roja, Mr Opinólogo vuelve a casa dispuesto a encontrarse con Clotilde, quien lo espera con la guardia en alto ante la inminencia del colesterol. Reposan en la mesa redonda un churrasquito desabrido y ensalada de pasto dietético. Hogar dulce hogar gritan los oficinistas de las ocho horas, acariciando con desidia el pelo adulterado de sus amadas; mientras el disco duro registra, una a una, las reuniones fijadas para la jornada venidera. Outsiders y linyeras de aguda percepción, fino paladar, sofisticadas melodías, adolecen falta de sentido de pertenencia en la “tierra prometida”, perciben gritos libertarios desde el bolichongo siniestro de salvajes partituras. Erguidos desde algún rincon oscuro de la ciudad, a pesar de vislumbrar la condena en el horizonte.

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