OCULTAMENTE SOLEADO



Encendiendo la retina de unos pocos, aventura desafiante,  latente en jornadas veraniegas o invernales cuando la osadía golpea una puerta sin que nadie reclame su presencia. Reluce, escondiéndose tras nubarrones otoñales, indagando en las sombras, tendiente a generar erróneos preconceptos. Conscientemente oculta, la luminosidad de sus propiedades le otorga el privilegio de un reinado imperecedero; firme en su misión de monarca divino, aunque fracasemos cuando queramos palparlo. Menuda tarea de nosotros, los simplones; rastrear donde no vemos nada, hurgando en los núcleos sin alejar el foco de las periferias, sinuosos caminos poco convencionales. Seducidos por esa épica que desprende la retórica cuando se condice con la acción de este patrón del universo, aguerrido y pasional; a veces se exhibe, otras huye despavorido. Guarda y atesora la más recóndita individualidad; destilando olores ambiguos en las vertientes de un colectivo desmesurado, nunca ávido por nadar contra la corriente. Intacta capacidad de dar, la escalera conduce al bulevar  majestuoso que trasciende la inmediatez de lo material.

Ajeno a la reinante lógica del lugar común; distinto a la cotidianeidad que se vislumbra en tiesas maquetas de perverso juego socio cultural. Luz propia el sentir, luz propia el pensar  entre la oleada de un porfiado tsunami  sin cesar su revolución en el andar cautivante. Un brillo intangible nos permite verlo tras la tormenta más despiadada en su estéril deseo de evaporación.  Terquedad por asistir a la grandiosidad de la pequeñez insignificante, partículas etéreas escurriéndose entre mis dedos no pudiendo fugarse de una exacerbada vorágine sensitiva que me apresa sin compasión. Candor de sencillez esquiva dentro de manos extendidas ante otro redondel amarillo estirándose al grito de ¡Complicidad!. Naturaleza viva en resistencia al embate furioso de la extinción,  paria con sentido de pertenencia, fiel al género humano eternizando los recovecos de una interioridad que explota las entrañas de todos aquellos que solo pretenden diferenciarse. Apelando a la intuición de cuasi bizarros especímenes, atrevidos tripulantes en la magnánima soledad celestial sin paracaídas, luminarias parcas y miles de laberintos por descubrir. Encandilados por el círculo irreversible de la risa y el llanto, el amor y la muerte; indistintamente vagando a lo largo y ancho del cosmos con anhelos de metamorfosis que compense esta grisácea tempestad, despabilando una somnolencia de sentires austeros en rincones despoblados; playas tercermundistas con rugidos silenciosos, llameantes huellas de fulgor espeso resplandeciendo el firmamento. Invisibles pero auténticos, nacen en latidos que exceden la superficie, profundos y voraces, listos para consumar la mutación inesperada de un mortal desprevenido. Encuentro de soles genuinos en una encrucijada sin retorno, aire fresco oxigenando los poros de la miserable existencia.     
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