TRASTORNO BAUDELERIANO

De
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        Lo conocí un martes y el miércoles era mi amigo entrañable, cómplice y todo, de aquellos que no precisan la cercanía de los cuerpos para indagar en tu miseria, bajeza, noble virtud o bondad a flor de piel. Inmediatamente adentrado en las tinieblas de aquella luminosidad mi cráneo empezó a patinar gustoso, plenamente consciente del desvarío. Entregado en cuerpo y alma a las peripecias del vagabundeo por la metrópolis, de su rebelión frente a la estructura de lo establecido, de un maniático apego al néctar de la paradoja; opté por sumergirme en las vísceras de esta temeraria poética, asumiendo el riesgo de jamás volver a sentirme parte de nada estrictamente material o corpóreo, de perder para siempre las nociones de comunidad, sociedad o patria, de ser nada más que un extravío entre la multitud presurosa. Inversiones, correspondencias y reciprocidad en una selva de opuestos complementarios adornan este día a día grismente soleado. Convencido por la inconmensurabilidad de los claros oscuros que no renuncian a pesar de la mirada del otro, obstinado en excavar dentro de osadías típicamente cosmopolitas; Diablo y Dios, Blanco y negro, divina elevación o subsuelos de carne y hueso, o todo entreverado como un menjunje explosivo que explota en lo efímero de un instante de gloria denominado santa voluptuosidad. ¿Cómo sanar de este oxímoron adictivo que me persigue sin descanso? ¿Cómo saber si prosa o poesía? Preso de esta libertad infinita, con la obsesión latente de su moderna antigüedad, tan ciegamente perceptivo,  mirando hacia dentro desde afuera, yendo del centro a la periferia y viceversa, muchos viceversas que me envuelven en una espiral de éxtasis desembocando en esta fugacidad hecha revelación. Ahí la búsqueda incesante, ahí el dolor de la vitalidad in extremis, ahí padecer felicidad escurridiza, ahí malditisimo inequívoco, ahí este vicio de lenguaje atroz. Acá alter ego omnipresente, tan naturalmente artificial, tan radicalmente humano. 

                                                                              © naturacontracultura 2012-2018

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