SIMIOS CON TABLET

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Encandilado por el fulgor relampagueante de la pantalla me dispongo a penetrar las mieles de una manada de cibernautas acalorados. Elijo mi fecha de nacimiento cosa que se haga más fácil de recordar la bendita contraseña y mezcló números con letras para despistar a los hackers de ocasión. Ya no me reduzco a una entelequia, soy parte de algo, un cabal sentido de pertenencia me invade, me abruma, transformándome por fin en  visible para la mirada del otro. Puedo sentir la emoción punzante saturándome las tripas mientras comienzo a hurgar posibles parejas, revolcones obscenos, amigos a distancia, correligionarios de iglesias evangelistas, viscerales proclamas político partidarias o aficiones literarias en común. El proceso va de menor a mayor igual que esta agiornada enajenación; empiezo con una hora por día pero cuando quiero acordarme el teclado no es más que una prolongación de mí ser hasta ayer inquieto y hoy sedentario hasta el hartazgo. Las minuciosas telarañas de una red infinita me atrapan, impulsándome hacia esa metamorfosis impostergable, la adaptación a la contemporaneidad, el trueque tan esperado por mis colegas En Línea; cambió el roñoso salón de la facultad y a mi cautivante profesora de Literatura Latinoamericana por un conveniente curso online desde el apoltronado confort de un sillón mullido; ya no preciso armas ni sueño con bombas caseras de liberación nacional porque hago la revolución desde mi hogar burgués con palabras incendiarias calibre 44. Cocino y publico, leo y publico, cojo y publico, meo y publico. Levito hipnotizado, evadiéndome de las fogosas miradas sin cristal fraudulento, esas que interpelaban mis ojos tristones en una esquina cualquiera del centro montevideano. Nada es espontaneidad, ni repentización; todo necesario exceso de artificio, igual que la seducción profanada por floridas letras calculadas. Decido no reparar en críticas teñidas de irracional primitivismo, solo importa no volverme a sentir uno más, saberme YO, YO y YO en una corporativa selva de moscas autómatas. Logro pulverizar al tan temido anonimato, comprobando de una vez y para siempre mi precaria existencia en el mundo de los simios evolucionados. Conectado a la banda ancha, en progresiva lejanía del sol que alumbra y con la única ilusión de que no me cierren la cuenta por comentarios inapropiados. 

                                                                    @naturacontracultura 2012-2018   

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