AUTOR VS PERSONAJE

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-Cara a cara hemos quedado.
 -Eres uno más, te paso a mejor vida cuando y como quiera.
-Dejame vivir, hay algo que se llama individualidad y deberías saberlo. Tu vanidad es infinita mostro.
-Entiende que estoy creando arribista de mala muerte. Me parece que a ti te ha comido el personaje. Reflexiona y piensa que el dueño de la pluma es el dueño de la pluma.
-Ah seguro, “el dueño de la pluma”. Qué fácil es la vida para los tipejos de tu calaña. Como sos el del prestigio, la guita y los Premios Cervantes te cagás en todos, en todas y en todes. Siempre a costillas mías, del que le da de comer a tu desquiciada mente infame.
-Desquiciada mente infame. Tu hablas bastante bien para ser un pelagato segundón pero las cosas son como son…aunque la mona se vista de seda mona se queda. ¡¡¡Salve Dios los mandatos irrenunciables de la Europa Moderna!!!
-¿Europa Moderna? Estás haciendo equilibrio sobre las baldosas rajadas de Carlos Quijano y Durazno bolas tristes. A veces cuando hablo con vos dudo si serás subnormal o serán puros delirios de grandeza. Ba…debería decir mientras te escucho disertar si en tu vida me dejaste meter un bocado. Sos un monólogo parido en el Marconi con aires de Vargas Llosa.
-Caramba y yo que creía que el problemilla era solo con el Viejo Continente, pero por lo que veo el “Nuevo Mundo” también cae en vuestra telaraña infame. Se han acabado todas las majaderías de la Patria Grande al parecer.
-Dos cosas. Primero dejate de “Carambas”, dialecto hispano de las pelotas y empeza a "vosear" porque me desesperás mamarracho. Segundo, dije Vargas Llosa, no Arguedas, tas entendiendo Retardo Ilustrado?
-Monsieur Mario también es de Perú, señor mío.
-Ese no es de Perú papito, accidentalmente nació en la tierra de Túpac Amaru pero su ñata respingada olfatea vinacho parisino. Igual es insólita la facilidad que tenés para cambiar de tema y tirar la pelota al corner. El tema de esta velada no es el colonialismo aunque vos seas tremendo colonizador.
-¿Has visto cómo quieres establecer el itinerario de la velada?; al final también deseas imponer tus pareceres. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago cantaba el calvo Don Tabaré Rivero. La única diferencia que quien le habla hizo una maestría en La Sorbona y tu como mucho has hecho un city tour por las curvas de mi cerebro pero de allí no sales en tu miserable vida. A ti te falta mundo...patear el empedrado...como dicen vulgarmente en esta tierra de salvajes.    

El viento arremolinado proveniente de la Rambla Sur decoraba aquella escena surrealista, volándoles las chapas a los contendientes del duelo impostergable. ¿Los puñales? Diseños culturales en pugna. ¿Las facas? Sueños de libertad. El autor con autosuficiencia foránea vistiendo traje inmaculado, zapatos bien lustrados y piel blanca como la luna; el personaje lleno de ira, con vaqueros raídos, ojos achinados y tez propia del mestizaje que lo parió. Uno con la individualidad de su genio todo poderoso a cuestas, irremediablemente nacido para oprimir. El Otro de punta contra las teorías moralizantes, vociferando a grito pelado la necesidad imperiosa de finales abiertos al torbellino de la vida, donde se entreveren la belleza con la escoria. Retumbaron epítetos viles propios de energúmenos incapacitados para ceder ante la presencia de lo ajeno. Claro que apoderarse de lo ajeno era tarea menester del “dueño de la pluma”, rótulo con que el susodicho sacaba cartel de Herman Hesse aunque la morenada de la vuelta supiese de sobra que sus orígenes reposaban en el Maciel, ese hospitalucho con tufillo a buscavidas proveniente de las barcazas del puerto. De buenas a primeras el narrador intercedía; en la búsqueda de calmar las aguas, serenar el ambiente e ir en busca de una justa dosis de ecuanimidad; como respuesta recibía tan solo un interminable chistido de esos que te llaman al silencio o te llaman al silencio…

-En la última reunión del sindicato hubo algunas reivindicaciones en las que no pensamos tranzar. Principalmente ser nosotros mismos con todo lo que ello representa y exigir que abandones tu papel de misógino, que metas en la movida a las damas. Más heroínas y menos héroes es una de nuestras demandas irrenunciables. Reivindicamos lo que reivindicamos por principios éticos, moral revolucionaria y ganas de coger.
-Aja, aja,…muestras la hilacha sin asco y sin culpa bandido. Lo que vosotros queréis es que siglos de solemnidad amaestrada se transformen de golpe porrazo en una orgía del grotesco, convertir a las Bellas Letras en una fiestonga de libertinos y libertinas. Eso es lo que realmente estáis buscando degenerados, perversos, trogloditas.
-No. Lo que quiero es decidir por mí mismo como hace “su señoría”, ni más ni menos; autoridad ideológica propia sin lecciones de vida ni chamuyo barato. Tirá metáfora, tirá metonimia, lucite todo lo que quieras y dale de morfar a ese ego infumable pero después borrate. Ni queremos tus consejos ni somos tus marionetas.
-¡Aiii pero que conmovedora declaración de principios chavalete! Vosotros pensáis que la vida es parranda, que no hay órdenes que cumplir, ni superiores a los que seguirles el rastro. Claramente se han creído esa doctrina que focaliza los derechos y pierde de vista las obligaciones. No sabeis ser ciudadanos con apego a la ley.
-Que facho sos cuando hablás, te salta el milico con ganas. Diarrea oral en estado puro.

Arbitrariedades estilísticas mediante, el prosista consagrado fue rindíendose poco a poco, como hechizado ante la llegada de cientos de corsos a contramano ideados por un narrador converso, pérfido y desleal a siglos de complicidad autoral. La fotografía devino en multitud de almas al compás de mil tambores. El espíritu ladino de Rabelais surcó el espesor del aire como un fantasma jovialmente escurridizo, listo para denigrar sin piedad a la tan mentada novela monológica. Carnavalizaciones bajtinianas desembarcaban furiosas, pero tan furiosas que ni Don Cristóbal Colón hubiese pisado tierra firme con semejante autoridad; máscaras multicolores, sombreros estrafalarios, bufones, cirqueros, gigantes, payasos posmodernos y dementes varios llamando por altoparlante a todos aquellos que deseasen  sumarse al desmadre. Diosito y Satanás unían las manos al son del merengue, el ricachón y el mendigo confundidos al compás de un tango arrabalero, cristianos y ateos sacudiendo anchas caderas gracias a una portentosa cumbiamba villera, lejos de condenas excluyentes o diferencias estamentales. La anticeremonia de las equivalencias continuaba pero “todo tiene un final” se ilusionó en vano la obsecuencia ilustrada del poder oficial, pensando en el probable restablecimiento del orden, esperando un amanecer que jamás llegaría.                

-Acá no hay iglesia, ni estado que te salve de la caída libre. Los Personajes te vamos a enseñar a comer de la mano, pariente.
-Mírate usando las mayúsculas que tanto criticabas. Eres una contradicción andante y te aprovechas de mi nobleza porque estoy en desigualdad de condiciones. Solo atacas en patota como buen cobarde.
-Ahhh viste que feo es estar en desigualdad de condiciones Amistá. Vas a aprender lo que se siente que te traten como carne de cañón. Respecto a mi contradicción nunca la niego, por el contrario me la gozo. Y hablando de todo un poco que orgasmo celestial que te haya cagado justo el narrador, tu aliado incondicional de todas las horas.
-Mejor ni me nombres a ese traidor pero tranquilo que acá todos van a pagar una por una sus fechorías. El Creador todo lo ve.

            El sulfurado decir del escribiente estrellado escondía evidente impotencia ante la adversidad de saberse solo contra el mundo o peor aún como aguja en un pajar, perdido en la inconmensurabilidad, sintiendo en carne viva la fatídica profecía de ser una voluntad en un millón. Ellos, ellas, ustedes y nosotros acariciando la igualdad y en frenética retroalimentación. Malevos, puritanos, lectores, trovadores, poetas, cantores; partes irreductibles de una totalidad no totalitaria. Vulnerada la cadena de mandos y  abolidas las jerarquías, el autor y su obra perfectamente acabada se diluían en billones de signos vitales desperdigados en el campo de batalla. Frágil y enclenque, la estructura objetiva tambaleaba embriagada por los licores de la noche hasta convertirse en abstracción pura, remedio contra los absolutos, tendencia crónica al relativismo salvaje. De tanta incertidumbre las piernas se aflojaron; aquellas ensoñadas líneas ya no pertenecían, reducidas a un cuento con inicio y sin final. La derrota consumada era la muerte del famoso “dueño de la pluma” porque ya no había dueño y la codiciada pluma iba de mano en mano, de ojo en ojo, de idea en idea, de sentido en sentido. Desnorteados frente a la patraña ficcional, significados y significantes mutaron sin cesar así como las travesías de la alteridad capaces de profanar cualquier atisbo de adoctrinamiento. Misterios de la trama fuera de manuales sagrados y de tan confortables rótulos. Solo entonces noté al polifónico Dostoievski parado en una nube, sonriéndome con desdén; convencido en no reducir a la mínima expresión ese escurridizo enigma llamado Arte, ratificando lo literario como cosa de herejes, con el escepticismo intacto frente a los designios del bien y del mal.   

                                                                             @naturacontracultura 2012-2019 

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