ESTA NOCHE MANDA OLIVERIO

      
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Esta noche soy célula disuelta en cédulas sin identidad. Se dan a la fuga las coordenadas porque hoy me extravío despojado de las señales de tránsito, corriendo a través de las vías esquivando al tren, ligero de ropas como las  hojas de los árboles en el frescor otoñal. Niego la sensiblería romántica, niego a quien lee en rectísima línea recta, niego la redondez de la tierra como un negador empedernido que flotando en un riachuelo de mármol se niega a sí mismo y a esta negación obstinada. Soy objeto, pero aquella biblioteca  sombría es viviente y anda suelta de plaza en plaza, de parque en parque, de Montmartre a San Telmo, de Buenos Aires a Paris. El avión canta “quiero vale cuatro”, al Negro Beto le sale humo del caño de escape, las emociones piensan, los pies laten, el esófago camina. Un sinfín de postales retobadas emanan valientes entre tanta cobardía. Cien mil corazones de orejas y al cerebro le sangran las rodillas, las pupilas se entrecruzan como enamorados autitos chocadores, unos desvergonzados postes de luz  se toquetean en medio de la vereda sin asfaltar. A esta vieja máquina de café se le endurece el miembro sin pudores. Veo pero no reconozco, inerte en una saga de extrañamientos destructores y la mochila cultural trota liviana por los mares, traviesa y fugaz. Por fin liberado  del cuerpo, del alma, de la conciencia, del extremo narcisismo, de este pedazo finito de carne con ojos. Hoy ausentes recuerdos, dolores, nostalgias invasivas; no soy progre, ni facho, ni comuNacho. Olvido las beligerancias de una idea preconcebida. Soy puro menjunje poético sin ton ni son, sin sociedad ni entornos perniciosos provenientes de no sé dónde. Embelesado por los focos de la magnificencia citadina avanzo a toda velocidad desde un paquidérmico tranvía ultramoderno y aunque los tranvías ultramodernos sean de papel, hoy prefiero ser dinosaurio aggiornado. Resisto la mirada atrás aunque tampoco vaya hacia adelante, me llamo Frenético Ahora y encarno al fantasma motorizado de la estética girondiana. Esa autopista de carne con hueso me guía hacia una enigmática muñeca de trapo llamada Sophia, aquella fanática de Rocambole. Sophia no lleva f en el medio y no existen porqués al respecto; porque si, por distinta, por eternamente joven, por mente fresca y siniestra. ¿Por qué no tintinea el símbolo digerido? ¿Por qué el excremento de perro luce como oro en polvo?  La duda crece, la incertidumbre repiquetea, todo es verdad y es mentira. ¿Qué es TODO? me pregunto enrevesado en el frenesí que quiebra unas piernas de cemento. Todo menos Yo, menos Mí, menos posesivos llenos de infamia; solo agridulces puertas de la percepción retumbando en este paladar de madera. Camino poseído por las rugosas manos de un aguafuerte quemándome la piel con rayos fosforescentes que desconocen aspiraciones, apegos o raíces. Los párpados despiertan sobresaltados, la eterna necesidad de las entendederas mutilada, igual que los artilugios del plástico reciclado habitando una mesa de luz que grita despavorida, dos gotas de transpiración rondan el camastro, soy el mito de Oliverio, soy la patria del apátrida.


                                                                            @naturacontracultura 2012-2020

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