NEUROSIS LIBRESCA

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           Perdón la rotundidad.  Hoy se asevera con vehemencia la única sentencia de un historial enteramente  relativista: la mente voluble es, lisa y llanamente, una intertextualidad esquizofrénica que sobrevive en la inconciencia y cuando es consciente sufre, irremediablemente. Cuan desgraciados seremos al intentar tenerla debajo de la pata y de inmediato frustrarnos ante la imposibilidad de vigilarla o castigarla, citando al célebre Foucault. Hilvanadora pecaminosa de collages inacabados y ajenos como si fuesen propios u orgánicos; meta teje y maneje de hojas sueltas elucubrando libretos maquiavélicos. Negros espíritus paridos en algún asentamiento de mala fama y buena gente. La boca pronuncia el sol pero la mente libidinosa es noche inalienable, eternamente infiel  al palabrerío de la baratija mundana.  Cómo podríamos saberla unívoca y lineal, despojada de una manada de sinuosidades  tan típicas de gurí inquieto, gurí ciclotímico, gurí adepto a despelotes nacidos en  universos amorales que acechan desde aquella tumba en la que fornica el Marqués de Sade. Será que hablar en plural puede ocultar una inestabilidad adicta al fraude, será que la psicosis a la que deriva este arte libérrimo llega sin avisarte o simplemente perdiste de vista las señales de la ridícula existencia. Porque negarte a los signos de interrogación, porque emperrarte en buscar la salida difícil cuando tenés la puerta de al lado abierta de par en par. Porque no te conformas con BIEN y aspiras únicamente a EXTRAORDINARIO, porque insistir con el verbo exacerbado si los clamadores quejumbrosos dicen  que “así la estética se empobrece”. Porque aborrezco la oración vulgar del pelele que nace pa mosca y porque será que las personas se entreveran y el oxímoron se rebela.  Porque coño refuto  la narración o la descripción y volanteo  a través de una autopista aterciopelada que grita ¡SACRÍLEGA CONFUSIÓN!  Subterránea, baja, rastrera; tan etérea como inocultable esa autopista precursora de maledicencias  rimbaudianas. Hoy no pienso quemarme las pestañas para sorprenderte a vos ni a nadie, hoy los ríos de letras no son más que terremotos ducassianos  fluyendo a través de ineludibles vasos sanguíneos que vomito sin parar. Hoy no radico en cuanto miden los márgenes para cumplir pauta formal, hoy huyo de la tibieza evadiéndome del argumento monolítico que requiere el modelo monográfico; hoy estoy en carne viva ante la mirada atónita de un público idiota que espera la obra maestra. Que me importa a mí lo que ustedes esperen si esta quintaesencia de hoy es mía, únicamente mía y me cago en vos, distinguido lector/a/e. En vos que esperas y reclamas sutil impronta. Si aunque no sea Víctor Hugo hoy yo te degrado, unánime y sublime.  Si no es para vos, ni para el referí, ni para el jurado que exige que sea en Times New Roman y de tamaño 12. Hoy solo es fuego inextinguible, locura perniciosa, insania hiperbólica de aislamiento social; cuanrenteneando como endemoniado, siendo el menos infeliz de la cuadra porque los escritos me interpelan, me gritan, me escarban, me hieren, me desafían, me sonríen y me alivian, incrementando este desorden neurológico que mañana hallará juegos fascinantes donde solamente habrá estrés postraumático.    

                                                                                                  @naturacontracultura 2012-2020  

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