MADIBA
Madiba recibió desprecio, odio injustificado, heridas que no cicatrizan. Cárcel de Robben Island. 27 años sin sol. Azotes, golpes a su cuerpo, sollozos silenciosos del alma. Devastación interior. Padecimientos físicos, torturas sicológicas. Humillaciones cotidianas, hambre insoportable. Madiba recibió su “merecido” por el “ambiciosamente desmedido” ideal de ser respetado por lo que era. Sin importar cual fuese el color de su piel curtida. De vivir para ser notado. De caer, levantarse y andar con tal de dejar estampado a fuego el imperecedero legado. Oscuridad y luminosidad invadieron a Madiba. Literatura como refugio. William Henley lo inspiró a él; él decidió inspirar a 43 millones de hijos adoptados. Perdió el amor de los más cercanos gracias a su andar obstinado. Resignó problemas mundanos. Abrazó causas propias del espíritu. Lloró vidas ajenas. Fue bálsamo, oasis, sueño. Utilizó su ira para aprender a resistir, y en consecuencia resistió contra viento y marea. Convirtió horror e