MADIBA
Madiba recibió desprecio, odio injustificado, heridas que no cicatrizan. Cárcel de Robben Island. 27 años sin sol. Azotes, golpes a su cuerpo, sollozos silenciosos del alma. Devastación interior. Padecimientos físicos, torturas sicológicas. Humillaciones cotidianas, hambre insoportable. Madiba recibió su “merecido” por el “ambiciosamente desmedido” ideal de ser respetado por lo que era. Sin importar cual fuese el color de su piel curtida. De vivir para ser notado. De caer, levantarse y andar con tal de dejar estampado a fuego el imperecedero legado. Oscuridad y luminosidad invadieron a Madiba. Literatura como refugio. William Henley lo inspiró a él; él decidió inspirar a 43 millones de hijos adoptados. Perdió el amor de los más cercanos gracias a su andar obstinado. Resignó problemas mundanos. Abrazó causas propias del espíritu. Lloró vidas ajenas. Fue bálsamo, oasis, sueño. Utilizó su ira para aprender a resistir, y en consecuencia resistió contra viento y marea. Convirtió horror en esperanza. Violencia en fe. Apartheid en Civilización. Prisionero en líder multitudinario. Requirió la ayuda de sus verdugos. No les pagó con la misma moneda. Renunció al irrenunciable sentimiento de venganza que carcome y desintegra. Madiba cimentó, ladrillo tras ladrillo, su anhelada nación del arcoiris; aquella que un día lució imposible. Construyó desde las cenizas. Convenció. Corrigió destinos. Encauzó caminos. Canalizó las agitadas olas del río y las transformó en aguas, al menos navegables. “¡Reconciliación, Reconciliación, Reconciliación!” gritó Madiba sin importar la sed de revancha que naufragaba entre los suyos. Fútbol y Rugby aparecieron en el mismo diccionario. Sudáfrica, un solo país. Justicia, significado indisoluble. El macabro juego de las circunstancias no modificó en nada el latido de su corazón; pausado pero constante. Excedió los límites del adoctrinamiento lineal. Rompió las barreras de los paradigmas y creo otros nuevos. Retribuyó con sensibilidad al salvajismo. Madiba fue, es y será “amo de su destino y capitán de su alma”.