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Mostrando entradas de 2013

ANTICRISTO

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Flechas camufladas embriagaban miradas atónitas. Cámaras de aire haciendo realidad saltos de canguro. Piernas estilizadas garabateando jugadas de Play Station; el esotérico poder del logo alimentando las masas encefálicas que cedían, ante la novedad. Niños patinando en el húmedo asfalto de talleres oscuros, aire viciado penetrando cavidades pulmonares. “Solamente hazlo” rezaban los carteles metálicos, cuando el milagro del consumidor asomaba al paraíso y las piernas del imberbe indonés parecían a punto de estallar. Pasmosas las agujas del reloj, el andar aletargado; objetos inanimados animaban el festejo incipiente. Ofertas tranquilizadoras domesticando la ansiedad. Ataques de pánico, Pánicos de ataque. Labios en movimiento; colagenados y seductores, atormentando potenciales cerebros compradores. Reyes de la lógica discursiva enunciaban felicidad eterna, naufragando en el cinismo de un infierno kafkiano; mientras tanto, el letrero luminoso del Fast Food dejaba intuir el sabor a

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Subió escalones malditos con desidia de lunes a las 8. Levantó la cabeza a regañadientes y estiró la mano en busca del papel saliente. Ya sumido en la modorra dantesca de los ocasionales compañeros de ruta, quienes acompasaban el ritmo cansino del motor, se percató de la precoz mirada perdida a través de uno de los cristales del fondo. Auriculares premeditadamente atronadores le hicieron perder noción de tiempo y espacio. Miró a los ojos con alevosía y sintió las gambetas de las retinas en carne viva; como si se tratase de un desprecio inflexible a la naturaleza de los humanos, como si les aterrara encontrar espejos fieles o feroces devoluciones a través de pupilas ajenas. Encontró cabezas unidireccionales, todas concentradas en la monótona forma del piso. Temores disfrazados de solemnidades. Se topó con risas contenidas, víctimas predilectas de la discretísima “uruguayés”. Adivinó una historia escalofriante en cada arruga, un deseo reprimido en cada par de anteojos con forma de cul

ESA SANA INQUIETUD

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Atosigado por materiales plastificados, Mauricio tuvo la primera sana inquietud de su corta existencia. ¿Por qué tanto él como sus compañeros de jardín de infantes, debían usar ese uniforme celeste, con bolsita cuadrillé incluida, que más que niños los hacía lucir infradotados?, se preguntó el imberbe para sus adentros. Tras dicho suceso, una larga fila de incógnitas comenzaron a gobernar su vida; parecía un joystick de viejo Atari, indefenso y obediente ante los mandatos de su profunda curiosidad, la cual no le permitía llegar a la paz eterna de la que le habían comentado sus abuelos católicos y practicantes. Mamá Brenda y Papá Roberto intentaron amainar la sed inquisidora desde el comienzo, pero el mal se expandió. Se cuestionaba porque los grandes tratarían como idiotas a los niños; confundir ternura con imbecilidad a ciertas alturas le resultó patético. El gesto adusto de la criatura en cuestión ante cada morisqueta carente de naturalidad por parte del adulto. A los 4 años y

DELIRIO INVERNAL

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Ecuánimes trajeados legitiman números ciegos del abismo. Matemáticos impertérritos glorifican heladas gráficas que no conocen de circunstancias. Antinomias enardecidas izan banderas de tela raída. Canonizaciones petrificadas; inmóviles, reticentes ante cualquier posibilidad de movimiento sísmico. Tramas audaces y moribundas navegando en resbaladizas grietas de planetas binarios. Grises con tornasolados. Zurdos versus derechos. Pasivos espectadores guiados por la inercia; doctrinas amontonadas en el Sitio de las Almas; a salvo de cualquier alteración en el sistema nervioso, sin variaciones pronunciadas de la frecuencia cardíaca. Los miembros del mitin oficialista despiden enormes bocanadas de aire a través de sus bocas hambrientas, observan el auto flagelo paulatino de las hormigas viajeras, que no dejan de golpearse a si mismas contra el piso de baldosas. Sofisticadas máquinas y aparatos infalibles esparcen tentáculos a sus largas y anchas; cataratas de carteles persuasivos buscando

TRAJES TERSOS Y CORAZONES RUGOSOS

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Los fieles de la Santa Inquisición observaron a sus alrededores con minuciosidad aparente. Sin novedades en el frente, divisas pacificadoras y altivas aprontaban el ocaso de la vileza. Escudos de acero protegían simbologías creyentes, en alerta ante el embate de los agnósticos. El dedo índice del patriarca señalaba la inapelable construcción cultural, perceptible únicamente a los ojos de los blasfemos; rebaños sosegados seguían los pasos del adalid, sin pronunciar palabra. Iban a paso de tortuga, guiados por altas dosis de inercia y pesadez. En la atmósfera deambulaban decretos feudales, engendrando esbeltos hombres de Neandertal. Jóvenes sociabilizados evitando desviaciones peligrosas. Las Familias Tipo vestían discursos altisonantes, facciones graves. Voces clandestinas asomaban distorsionadas a través de los orificios de acueductos subterráneos. Líneas rectas llenas de nada; ausencias de curvas ondulantes bordeando los abismos. Figuras geométricas, perfectamente delineadas. Decen

LA TRINCHERA DE LOS DALTÓNICOS

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Era una trinchera imaginaria, un ejército de armas inmateriales; sin estrategias automatizadas, ni héroes míticos. Los daltónicos agitaban brazos espigados, meneaban sus desproporcionadas caderas, sacudían los vientres peludos; desafiantes ante dictados rígidamente verosímiles que provenían de la urbe humeante. Observaban desde afuera los contornos de la jaula solidificándose, impenetrables   y herméticos, pero ellos batían palmas a rabiar, sin importarles la facha. La realidad les parecía   irreal. El gris era fosforescente. Los dominantes eran sumisos. Servilletas encelo, ávidas   de biromes desnudas y metáforas ambivalentes, merodeaban los mostradores de boliches y cafetines. Flores insubordinadas del otoño; hombres escuchando, mujeres gritando, animales escapando. Avanzaban los inadaptados sembrando pánico en la masa. Facultades hechas con paredes descascaradas. Escenarios bipolares. Lienzos ciclotímicos. Pichis desalienados guitarreando pedazos rotos de ilusiones en los estrech

TABLAS

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Se tiran al piso… Lloran desconsolados… discuten con fingida vehemencia… Bostezo. No puedo evitarlo. La mujer es diminuta, con dos trenzas y pollera por los tobillos. Ella le enrostra al hombre, de barba tupida y frente arrugada, desdicha eterna, lugares inconmensurables, sentimientos imposibles de medir, sueños fatalmente incumplidos; sin embargo, él la consuela, susurra en su oído, la toma de la cintura. Seguro que la terminará besando, pero no… Iluminados por una luz tenue, sus caras transpiran a más no poder. Los parlamentos empiezan a tornarse cada vez más dramáticos y el contacto entre las bocas no se produce. Representación enigmática. Indescifrable dramaturgia. Motivación al vuelo del pájaro. Tragedias, revoluciones, filosofía, reflexión. ¡Qué es esto!, pienso para mis adentros espantado. Ahora debería venir la parte en que…, pero no. Lo impredecible gana la escena y mi sentimiento de incapacidad comprensiva aumenta a ritmo galopante. Rutina fuera de foco. Relampaguean d

MES QUE UN CLUB

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Arranco estas líneas sin renegar de mis orígenes, ni desligarme de mis responsabilidades. Nací en la República Oriental del Uruguay. Como buen rioplatense me críe echándole la culpa al árbitro y recurriendo al manual de las excusas. Conocí la trampa desde imberbe; aprendí a tirarme en el área fingiendo penales inexistentes. Reclamé tarjeta amarilla para el defensor señalando con el dedo índice al presunto culpable; trepando, de esta forma, hasta el olimpo de los buchones y los vigilantes. Siempre intenté quitarle méritos a la victoria rival; si no era por el juez, era por la liga, o la cancha mojada, o el frío polar o por la cantidad de lesionados que tuvo el equipo. Este 23 de abril del 2013 me di cuenta que no todos lloran a moco tendido como yo. El mejor equipo de la historia del fútbol fue goleado 4 a 0 frente el Bayern Munich, en un partido correspondiente a la semifinal de ida de la Champions League 2013. Con el baile consumado, esperé ansioso los descargos contra el Cu

AMORAL

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La postal de Betina recostada en el somier provocó una alteración irremediable en la frecuencia cardíaca de Rodolfo. Sus ojos estrábicos, perplejos, consumidos ante la lujuria de aquella hembra. Frente sudorosa. Imposible que no se le secara la boca a más no poder. Aquel vestido lo perdía en una maroma de pasiones exacerbadas. Latex negro aprisionando dos senos que intentaban escapar. Profecía de pezones húmedos, erizados. La fémina encelo decidió levantarse; sus botas de pronunciado taco crujieron contra el piso una y otra vez, sin cesar. Los guantes de seda ocultaban dos manos delicadas, lisas e inquietas; capaces de llevarlo a la locura en un santiamén.   Aquella imagen era poesía. Obra de arte en apogeo. Picasso en su plenitud. Hendrix endemoniado con algún rasgueo celestial. Acto creador llegando al éxtasis, al punto culmine. Habría que inventar infinitas metáforas para describir el placer inconmensurable que encontró Rodolfo en lo puramente grotesco. Tan grotescamente fascinante

LA REALIDAD Y EL ESPEJO

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Existen espejos que deforman decía Alejandro Dolina hace algunos años en TVR, un programa de televisión de la vecina orilla. Sagaz y lleno de metáforas, como en cada una de sus intervenciones radiales, el conductor de “La Venganza Será Terrible” hablaba de los medios de comunicación y las particulares formas de reflejar la realidad que, día tras día, estos ofrecen a la opinión pública. El 6 de marzo del 2013, pasadas menos de 24 horas de la muerte del presidente de Venezuela   Hugo Chávez Frías, sentí que el pensamiento del Negro era más palpable y visible que nunca. Obsesivamente analítico, como suelo ponerme cuando intentan venderme gato por liebre, traté de buscarle la vuelta a los encendidos mensajes que me llegaban desde la fría letra impresa en el papel o desde la adictiva imagen proveniente del televisor. Inmerso en un tremendo berenjenal comencé a interpretar sin cesar. Una y otra vez, fui tras la verdad muchas veces ciclotímica; evitando derrapar en el lugar común o al

DEFENSORÍA DE LOS RECUERDOS

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Transcurre el siglo XXI y la velocidad supersónica del tiempo parece ir en aumento gradual. La vorágine descartable establece pautas, impone modas y sustituye paradigmas, que alguna vez fueron imprescindibles, a cambio de significados efímeros, momentáneos, superfluos. Época de palabras rimbombantes que resuenan más de lo que realmente significan. Una de ellas es Defensoría. Defensoría del Vecino, del Consumidor, del Pueblo. Muchas veces indefensas, pero Defensorías al fin. Pensando en la indudable vigencia de este término se me ocurrió que alguien debería establecer o crear la Defensoría del Recuerdo. ¿Quién defiende a la menospreciada Memoria del permanente ataque sufrido por la contagiosa, y no menos venenosa, plaga del “Ya fue” ? Existe una irremediable tendencia al olvido en nosotros los humanos. Muchas veces espontánea; sin embargo, en otras ocasiones, alimentada desde el núcleo de un perverso sistema comunicacional, el cual te hace saber que lo pasado pisado. Para atrás ni